Gender Trouble, un llamado a la inclusión

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Imagina que estás en una sociedad donde todo el mundo asume que ser hombre o mujer es algo fijo, natural, como si viniera grabado en tu ADN. Ahora entra Judith Butler con Gender Trouble (publicado en 1990), y dice: «¡Un momento! Esto no es tan simple». Butler, con una mezcla de filosofía, feminismo y un toque de rebeldía intelectual, voltea la mesa y propone que el género no es algo que eres de forma innata, sino algo que haces. Es como un guion que sigues, una actuación que repites todos los días, desde cómo hablas hasta cómo te vistes.
El libro arranca cuestionando las ideas tradicionales sobre sexo, género y sexualidad. La mayoría de la gente piensa: el sexo biológico (cromosomas, órganos) determina tu género (hombre/mujer), y eso a su vez define a quién debes desear (heterosexualidad como norma). Butler dice que esto es una construcción, un sistema que la sociedad ha impuesto para mantener el orden. Ella lo llama la matriz heterosexual, una especie de molde rígido que conecta sexo, género y deseo de manera lineal y obligatoria.
Lo revolucionario de Butler es su concepto de performatividad. El género, según ella, no es una esencia, sino una serie de actos repetitivos que hacemos porque la sociedad nos presiona para encajar. Por ejemplo, una mujer no «es» femenina porque nació con ciertos órganos, sino porque se le enseña a actuar de cierta manera (usar maquillaje, ser delicada, etc.). Pero, y aquí está lo interesante, como el género es algo que hacemos, también podemos subvertirlo. Podemos romper las reglas, jugar con las normas, y eso abre la puerta a identidades queer, no binarias, o cualquier forma de existir fuera de las casillas tradicionales.
Butler también se mete con el feminismo de su época. Algunas feministas decían que todas las mujeres compartían una experiencia universal, pero Butler argumenta que eso es limitante. No todas las mujeres (ni hombres) encajan en una sola categoría, y asumir eso borra la diversidad de experiencias, especialmente de personas racializadas, trans o de clases marginadas. Aquí es donde la teoría queer empieza a brillar: Butler no solo habla de género, sino de cómo el poder opera en nuestras identidades y cuerpos.
El libro no es un manual ligero; está lleno de ideas densas, con referencias a Foucault, Freud y Lacan. Pero su mensaje central es liberador: si el género es una actuación, entonces tenemos el poder de reescribir el guion. Podemos desafiar las normas, crear nuevas formas de ser, y eso es un acto político. Por eso Gender Trouble es un pilar de la teoría queer: no solo explica cómo funcionan las cosas, sino que te invita a cuestionarlas y a imaginar un mundo donde las categorías no nos atrapen.