noviembre 21, 2024

Los archivos OFAC: El secuestro de la seguridad en Latinoamérica

La OFAC, una agencia de seguridad norteamericana que aprovechó el auge anticomunista, resultado del derribo del muro de Berlín, logró imponer en casi todo el continente una política de fiscalización “criminal” homogénea en todo América Latina que favorecía a EE.UU. Ahora, las unidades de inteligencia en el Cono Sur, pasan por el reto de buscar su autonomía.

La OFAC, una agencia de seguridad norteamericana que aprovechó el auge anticomunista, resultado del derribo del muro de Berlín, logró imponer en casi todo el continente una política de fiscalización “criminal” homogénea en todo América Latina que favorecía a EE.UU. Ahora, las unidades de inteligencia en el Cono Sur, pasan por el reto de buscar su autonomía.

Ricardo Balderas

Quienes habitaron durante los últimos sesenta años las ruralidades de Latinoamérica, comparten una cosa en común, desde hace décadas tras la conformación de las Unidades de Seguridad Nacional en los respectivos países, si existía algún tipo de recurso natural explotable, las comunidades eran desplazadas.

En estos casos, los informes de esas unidades recién estrenadas, arrojaban otra constate: “El explícito discurso de una confrontación entre Grupos Criminales (Narcos o terroristas dependiendo de la región) y Fuerzas Militares”. De estos enfrentamientos surgieron los éxodos del campo latinoaméricano que comenzaron a inicios de la década de los cincuentas del siglo pasado y desvanecieron proyectos como el de la autonomía alimentaria. Al transcurrir más medio centenar de años, los “narcos” siguen sueltos.

Los escenarios en México que cumplen con estas características son bastos. El llano Grande en San Gabriel Jalisco, ubicado en las inmediaciones de la Sierra del Tigre, demarcación más grande de la región dedicada a la producción campesina y, donde presuntamente se ubica el centro de operaciones del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); la región en Michoacán apodada Tierra Caliente, zona altamente minera de donde se extraen sustancias como cobre, azufre y oro; y todo lo que comprende a ambas fronteras de México (Tapachula, Tamaulipas y Ciudad Juárez).

Ese enemigo mítico ha subsistido, según explica, Oswaldo Zavala, doctor en letras hispánicas por la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de París III, Sorbonne Nouvelle y periodista, desde finales de los años cuarenta.

El narco, o la dominación de naciones con violencia

La participación de la figura del Estado en los mecanismos de despojo, se realiza a través de figuras paramilitares ideando un discurso hegemónico de un: “Enemigo mítico”. Y para explicar la idea, Zavala narra el origen de las Unidades de Investigación de las Américas.

A finales de los años cuarenta y hasta los años setentas, se crearon ciertas instituciones que definirían el rumbo de las políticas de seguridad en toda la región: en Estados Unidos, la Central Intelligence Agency (CIA), en Colombia la Unidad de Investigación Criminal e Interpol, y en México, la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

Las de México y Colombia tenían entre sus principales labores, la de mantener informado al presidente sobre la situación política del país. Es decir, no eran de contención criminal, sino de espionaje insurgente. Las tácticas, siempre fueron coordinadas desde el país del norte.

En el transcurso de los años siguientes, estas tres agencias trabajaron en conjunto para contener la supuesta “amenaza comunista”, discurso adoptado por las unidades de inteligencia militar tras la caída del Muro de Berlín. Y su colaboración se fue consolidando en todo el Cono Sur, tras la denominada Operación Cóndor.

El proyecto, dirigido por Estados Unidos, pretendía la fumigación de las aéreas de plantaciones de mariguana en todo América. Empero los casos de México y Colombia, no figuraron textualmente en el plan Cóndor original, sin embargo, también ocurrió.

Para estos dos países el Plan Cóndor significó una campaña de una supuesta lucha contra del narcotráfico que se fue desarrollando durante las décadas de los setenta y ochenta. En México por ejemplo, ya existía un antecedente, seis años antes de Cóndor se ejecutó la Operación Trizo, donde los estados de Sinaloa, Durango y Guerrero, habían participado en la fumigación de plantaciones de amapola con ayuda del gobierno de Estados Unidos (EE.UU).

Estos programas norteamericanos (Cóndor y Trizo) dispararon los costos de la heroína y la mariguana en toda la región, y favorecieron el reacomodo de los cárteles que ya operaban en las zonas que no fueron fumigadas y con mejores contactos políticos.

Por su parte, durante el mismo periodo el gobierno de EE.UU desplegó una agresiva política intervencionista en el resto del continente que incluyó el apoyo militar a las dictaduras que se fortalecieron en la década de los setentas en Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

La heredera de la Guerra Fría

La única oficina pública que aun existe, incluso con el mismo nombre, de la época de la Guerra Fría, con un discurso abiertamente intervencionista y discurso anticomunista, es la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. La OFAC es un instrumento de guerra en tiempos de paz.

La OFAC funciona con información de la CIA y la DEA con el objetivo de identificar presuntas transacciones de procedencia ilícita. Una vez identificadas estas transacciones, la oficina tiene el poder de congelar activos de cualquier parte del mundo, al punto, de que quienes aparezcan en ella son incapaces de abrir una cuenta bancaria a su nombre. En países como Cuba o Venezuela, se le conoce como: “La lista negra”.

En México, esa oficina norteamericana tuvo gran relevancia durante el sexenio del expresidente panista Felipe Calderón Hijonosa.

A pocos días de tomar La Silla del Águila, en 2006, el expresidente anunció la denominada Guerra Contra el Narco que dejaría uno de los escenarios violentos más desgarradores del país. Meses después del anuncio, el Gobierno Federal hizo público el proyecto de la Iniciativa Mérida, un programa binacional antinarcoticos financiado por Estados Unidos y México, al que coloquialmente los especialistas denominarían: “El plan México”. Se trataba de una apología al Plan Colombia ejecutado durante la administración de Bill Clinton concluido en 2006 y dejaría como principal analizadora de activos de procedencia ilícita, a la Lista Clinton (Pseudónimo del listado SDN de la OFAC).

Pese al poder que posee esa dependencia y la carta abierta que han entregado las policías de todo América a las Unidades de Investigación estadounidenses, por lo menos en los casos de México y Colombia, el “Narco” no sólo sigue existiendo, sino que ha trasladado su principales centrales de operaciones y se han consolidado como figuras económicas más solidas.

Por ejemplo, los cárteles mexicanos ahora dominan en el terreno internacional cobrando a las organizaciones colombianas hasta un 50% de las ganancias del tráfico de cocaína que pasaba por México, según lo relata el académico Oswaldo Zavala.

Pese a esa evidencia de medio siglo de fracaso, la estrategia de las Unidades de Seguridad en el Cono Sur, no ha cambiado, todos los países que conforman el cono siguen dependiendo de las acciones de los equipos norteamericanos, y con frecuencia, estos revelan la relación financiera entre los grupos criminales que dicen combatir y las cúpulas políticas. La historia de “Los Cárteles”, el discurso que se cuenta desde el Centro Sur.

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