noviembre 23, 2024

La catedral gay puede ser también infierno

Ricardo Balderas

Última publicación, 17 de enero a las 21:55. —Se me ha metido el diablo—, escribió en Facebook, Anahí Tapia Llamas. Y el diablo la escuchó. En la madrugada siguiente: Los bits de un bar, el estruendo de las copas y el ruido de las sirenas (De la Policía del Estado de Jalisco), se mezclaron entre sí, para gritarnos en el rostro. Alertaban lo peor.

Las reacciones: 122 likes, 44 comentarios y 18 veces compartida. Todos en el muro de Anahí se lamentan y preguntan por qué. 12:03 am, Diana Carrillo ya lo sabe. 01:10 am, Valeri también. Son las 02:00 am, prácticamente todo su círculo cercano sabe del trans-feminicidio. El 30 de enero a las 14:18, Anahí recibió su última despedida —Ojalá se esclarezca, y paguen los malditos asesinos—.

El 18 de enero fue encontrada sin vida Anahí Tapia Llamas, mujer de género, aparentemente de 23 años de edad, quien (de acuerdo a las investigaciones policiacas) habría recibido dos disparos en el tórax que le quitaron la vida de inmediato. —Hubo una riña al interior del establecimiento (Caudillos, disco-bar). Una persona resultó muerta. En el mismo lugar se muestran evidencias, las muestras de arrastre, lo que da lugar a que fue dentro del establecimiento—, comentan en el informe.

Entre las calles Prisciliano Sánchez, esquina con calle Ocampo en Guadalajara, es la tercera vez en menos de 365 días, que las alcantarillas arrastran sangre o problemas con la ley. Y los titulares de la prensa local, junto a las declaraciones “oficiales” arremeten sin presentar pruebas —Las autoridades municipales señalan que se puede tratar de conflictos relacionados con el narcomenudeo—. La fiesta siempre sigue, ellos estarán condenados a bailar eternamente.

La fanpage del Caudillos Disco-bar tiene 14 mil 945 “me gusta”. Han pasado más de 22 días del asesinato y en el sitio web anuncian que “oficialmente ya está abierto”. —Y sí, el demonio apareció, nunca hay que invocarlo—, comentó Nancy Calderón, amiga de Anahí.

En memoria de Anahí Tapia Llamas. Otro caso «sin» culpables.

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